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El reggaetón como arma de ingeniería social


Definición e historia del Reggaetón según Wikipedia

El gran triunfo del enfermizo sistema de valores actual es el haberse instituido a sí mismo como el estado natural de las cosas. Propone falsamente que la ausencia de reflexión social, política o intelectual en el arte u otras formas de comunicación es su estado puro y deseable. Este modelo, disfrazado de neutralidad, conlleva innegablemente una toma de posición, es en sí mismo una ideología oculta.

Los medios de comunicación, la tv, la radio, películas y libros, funcionan como plataformas de difusión de las ideas que les interesa instalar a los grupos de poder, que influyen constantemente sobre los grupos sociales en la búsqueda de una masa homogénea que sea más fácil de dominar. En este contexto no podemos pensar al reggaetón como un producto inocente ni carente de ideología. Sus ejecutantes no dejan de ser meros títeres que escenifican tendencias que son aprovechadas sino directamente pensadas por empresarios que eligen difundir ciertos estilos musicales por sobre otros, creando modas que la publicidad promotora de la “normalidad” hace ver como surgida de forma espontánea.

A través de la difusión compulsiva se ofrece o más bien se obliga a escuchar un producto carente de complejidad, ritmos básicos que una vez cristalizados en la cabeza de los niños y jóvenes, les impedirán asimilar el trabajo mental que supone un producto artístico más complejo, desarrollar el gusto por el desafío del pensamiento elaborado. Esta música busca estimular exclusivamente los placeres bajos de modo casi ritual, mediante la repetición de ritmos y temáticas mecanizados. Funciona como el complemento perfecto para demarcarle límites a una mente que más que probablemente es o será sometida en el futuro a jornadas extenuantes de trabajo automatizado y monótono, y que sólo encontrará el placer a través del escapismo de lo simple, lo que le exija al cerebro cansado la menor atención posible pero que lo llene de un ruido que impida la introspección y la reflexión sobre la situación propia. Eso es exactamente lo que el poder quiere y está logrando a través de sus dispositivos culturales.

El reggaetón, como música de alcance continental, sin declararlo demasiado pretende instituirse como marca de identidad latinoamericana y resistencia cultural cuando en realidad, sus características responden más a la artificialidad de la producción en masa que invade y destruye las expresiones artesanales de cada país. Aunque en este caso, con un molde más accesible para el latinoamericano en el que aún persiste una mínima identificación con su entorno. Viene a cumplir una tarea sumamente importante para las élites y sus pretensiones de gobierno mundial, borrando todo rasgo de identidad y valores patrios, que se expresan en gran medida a través del arte y la cultura. La difusión del modelo que proponen el reggaetón y otros estilos de formato similar pretende moldear una idea homogénea de lo latinoamericano, una imagen banal que aleje a las juventudes de las expresiones musicales propias de sus respectivos países, sin duda mucho más ricas y variadas, y que no encuentran lugar en una programación mediática que es prácticamente unidireccional sin que el público tenga consciencia de ello.

La mezcla sonora del reggaetón es hiriente e invasiva, las frecuencias agudas y graves están muy resaltadas, la base rítmica destaca fuertemente respecto del timbre o la melodía, y a su vez estos son metálicos y poco agradables. En la opinión de quien esto escribe, es una música que debe escucharse muy fuerte porque actúa como una droga: al ser, a fin de cuentas, limitado el estímulo que produce, la única manera de aumentarlo es subir más y más el volumen. Es una música pensada desde sus parámetros físicos para generar estrés, exaltación e irritación.

El reggaetón con sus letras juega su papel en el tramposo juego de la llamada violencia de género. El sistema ha elegido para este tiempo definitivo llevar la dinámica del mercado a los cuerpos y asigna al hombre el rol de consumidor y a la mujer el de producto, e inunda a ambos con mensajes contradictorios, incita a la posesión y luego la objeta con trabas morales, enseña a la mujer a venderse y al hombre a percibirla como un objeto de su propiedad. Instala permanentemente una manera de entender las relaciones entre las personas y banaliza el sexo llevándolo al terreno del vacío y la exposición, despojándolo de su carácter de vehículo de amor y trascendencia.

El baile del reggaetón, vulgar evocador de los movimientos sexuales, es publicitado a través de videoclips y programas de tv y es muchas veces la primera forma de baile con la que tienen contacto los niños, que imitan los movimientos y copian las vestimentas siempre avalados por sus padres, generalmente ellos mismos víctimas del vaciamiento cultural, sellando muy temprano en el subconsciente los modos e ideas que propone esta subcultura de la liviandad y el no pensamiento.

El reggaetón, así como tantos otros dispositivos de culturización, difunde valores enfermizos y degradantes de las personas. Incita al vacío, a la violencia, la falta de reflexión y al desamor. Es un arma de infiltración cultural, es importante ser conscientes de que las expresiones culturales masivas son instrumentos de difusión de valores y de instalación de comportamientos sociales, que las modas y tendencias no son en ningún modo espontáneas y que existen poderes interesados en exacerbar las peores características del ser humano para sacar provecho del control resultante.

Visita al Autor Richard Davidson​


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